27 Ene Uva de Vida: biodinámica de vida
Que generamos una huella ecológica al vivir en el mundo, es cierto.
Nuestra responsabilidad es que sea la mínima posible, ya que los que vengan detrás tendrán que conformarse con lo que nosotros dejemos. Traducido al mundo del vino, se están desarrollando formas de trabajar para conseguir la sostenibilidad, y además en todos los pasos de la producción.
Hasta aquí la agricultura ecológica, natural y biodinámica siguen una filosofía común, pero esta última va un poco más allá al seguir las reglas de Rudolf Steiner, fundador de la antroposofía.
Este tipo de agricultura cree en la interrelación entre el cosmos, suelos, plantas y animales (entre los que está incluido el hombre), evitando en la medida de lo posible intervenciones externas, ya que la tierra (entendiendo por tierra un todo que contiene seres vivos e inertes) es un ser que interactúa con el cosmos: todo influye en todo.
De esta manera en los cultivos se integran los ritmos cósmicos (estrellas, luna o planetas) para la programación de los trabajos agrícolas, y se diseña un calendario anual en el que se indican qué días son favorables para determinadas tareas.
Teniendo en mente esta forma de cultivo, visitamos la bodega Uva de Vida en Toledo. Un nombre que sugiere muchas cosas, y todas buenas. Pero nos encontramos que más que una forma de cultivo, la pareja que lleva la bodega refleja en el viñedo una forma de vida.
La historia de la bodega es una historia de superación personal, de amor a la tierra en particular y a la vida en general. Esto se traduce en apoyar a la viña y acompañarla pero sin dirigirla, de ayudar a las cepas a luchar por ellas mismas, pero con un componente energético y espiritual que trasladan desde sus vidas al viñedo.
Comienza la historia del viñedo con la herencia de una finca de olivos y vides, y con un error que lo cambia todo, arrancar las viñas sin pensarlo demasiado, que obliga a cambiar de sitio el viñedo. Y cuando se tiene una sensibilidad especial por la vida, esto te hace plantearte muchas cosas.
Porque cuando quieres trabajar respetando las energías con las que interactúas (no dejamos de ser nosotros mismos energía) trabajas de tal manera en el nuevo sitio, que la vida te devuelve con creces lo que aportas.
Ofrendas de oro, incienso y mirra para llevar las energías de la noche de Reyes (la noche más mágica del año) a las vides parece que funciona. Ejemplos: cuando el pedrisco estuvo por la zona pero no llegó al viñedo, o cuando los hongos atacaron al resto de viñedos y ellos estuvieron atentos, pero la vid se defendió sola y no llegó nunca.
Después de historias de mucho trabajo en el nuevo viñedo (incluyendo problemas con el agua) lo miras con más detenimiento y ves que bajo el viñedo hay más vida que solo la vid, hay romero, pequeñas plantas, y las semillas que después serán árboles se quedan de compañía, porque el viñedo está lleno de vida y llama a más vida bajo sus hojas.
Y una ultima sorpresa dentro de la bodega: una concha de vieira en cada barril, para dinamizar los caldos que se producen, ya que la concha representa los principios de la geometría sagrada, principios geométricos armónicos, un ejemplo más de las energías que nos rodean.
Todo está muy cuidado en esta bodega, desde los inicios en el cultivo hasta los finales en el embotellado, al hacerse en un momento de luna tranquila ayudando al vino a que esté tranquilo también.
Si cada vez debemos dar más importancia a lo que vamos a legar a las generaciones futuras, hay que pensar que somos formas de energía que interactuamos unas con otras, no hay ninguna más importante que otra, aunque el ser humano se haya creído el rey de la creación.
Debemos integrarnos lo máximo posible con lo que pasa alrededor nuestro en vez de luchar para dominar el mundo que nos rodea, es la mejor manera de reducir la huella ecológica. Solo así estaremos trabajando para que nos sobreviva un mundo habitable.
Porque nos gustan los Vinos con Historia
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