Oinos, vinum o vêna, lo llames como lo llames es lo mismo (o capítulo I)

¿De donde nos viene la manía de fermentar las uvas para hacer vino? ¿quién fue el primero que descubrió este néctar? ¿fue por casualidad como los grandes descubrimientos o fue buscado?. Intentaremos responder con un poco de historia.

La referencia más antigua sobre el vino pertenece al Antiguo Testamento “Noé comenzó a labrar la tierra y planto una viña: bebió el vino y se embriagó” (génesis 9-21). De hecho, en la Biblia aparece citado mas de 200 veces e incluso en el ritual cristiano más tarde toma un papel relevante.

Pero desde una perspectiva más terrenal, la primera elaboración de vino tuvo lugar en la zona  conocida como “levante mediterráneo”  y se extiende por toda la “media luna fértil” desde Egipto hasta Mesopotamia pasando por Palestina y Siria hace unos 7.000 años, con la elaboración de vino por las tribus nómadas a partir de uvas silvestres.

A partir de ahí, (todavía vamos por 6.000 años a.C.) ya se practica una viticultura rudimentaria en Oriente Medio y aparecen las primeras herramientas para elaborar vino.

Las primeras evidencias de la presencia de uvas en Egipto son las semillas halladas en varios yacimientos predinásticos (4.000-3.050 a.C.) en el delta del Nilo, y de consumo de vino (yrp) sobre los 3.000 a.C. con uvas pasas encontradas en el yacimiento de El Omari al sudoeste del actual El Cairo.

También ayuda que en las tumbas de los primeros faraones se encontraban figuras de cerámica que contenían vino para su uso en la otra vida y que desde el Reino Antiguo (2.575 a.C.) hasta el Nuevo (1.070 a.C.) las tumbas de los nobles se decoraban con imágenes de viticultura e incluso de elaboración del vino.

Desde aquí, la viticultura alcanzó su primer periodo de esplendor en el Egipto de los Faraones, mejorando las técnicas de elaboración como por ejemplo con el prensado, un método que ha llegado hasta la actualidad.

También ha llegado hasta nuestros días el control de las «Denominaciones de Origen»: el funcionario real supervisaba la calidad del producto, la localidad de origen, el nombre de productor y la añada, y tenían establecido un sistema para la medición de la calidad del vino: iba desde “bueno” (nfr), pasando por “muy bueno” (nfr nfr) , hasta “excelente” (nfr nfr nfr). En eso no se comieron mucho la cabeza.

Ya para terminar, el vino en Egipto fue una revolución aunque rivalizaría con la primera cerveza (como hoy en día, no hemos cambiado tanto) pero ojo, solo para los nobles y la realeza y en fiestas, ceremonias religiosas y rituales funerarios. En eso sí que hemos cambiado.

De hecho, el aprecio de los egipcios por el vino, entre las que le atribuían ciertas “propiedades mágicas” puede ser porque el Nilo toma un color vinoso durante el ciclo anual de las inundaciones y un antiguo proverbio egipcio reza “en el agua puedes ver reflejada tu cara pero en el vino siempre aparece tu mejor cualidad”. Ahí lo dejo.

Mas tarde, el vino pasará por manos de griegos, romanos y de monjes en la Edad Media hasta llegar a nuestros días.

En la próxima entrega hablaremos de ello, porque la historia del vino ha hecho que llegue hasta nuestros días como la joya que es.

Nos gustan los vinos con historia

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