
24 Nov En un lugar de la Mancha
Mi padre es castellano y siempre me habló de la hospitalidad castellana. Esta es la filosofía que con la tecnología actual se echa de menos, el sentarse a tomar unos chatos, la hospitalidad de la gente que no te conoce y te enseña su casa, y el calor del hogar donde se cuentan historias increíbles o mundanas, pero historias, que es a lo que nos conduce el vino.
Pues a menos de una hora de Madrid se encuentra Horche, un pequeño pueblo que debe tener por debajo de las casas una red de comunicación más desarrollada y extensa que la que existe por encima, y es que en este pueblo de 2.500 habitantes, hay casi una bodega por casa donde además de producir vinos, como toda bodega, tienen otras aplicaciones como refugio en la guerra civil, museo, o centro de reunión de sus vecinos.
Son bodegas subterráneas, pero antes de la entrada a la cueva, existe una zona con lagar donde se reúnen a catar los vinos del año, porque se vivifica solamente lo que te da para beber entre amigos, durante un año (no hay venta de vino), lógico, por otro lado, ya que se trata de vinos jóvenes.
Da gusto oír hablar a la gente que durante años hace su propio vino y el porqué usa la uva tal o la uva cual. Vamos, que la gente que hace las cosas de toda la vida y como toda la vida, sabe más que cualquier licenciado recién salido del horno (y bastantes con varios años de experiencia). Hay que saber escuchar que se aprende una barbaridad, y más con gente dispuesta a contar cómo les salen las cosas. Y es que por ejemplo hay uvas que se usan en esta zona, donde por libro no deberían estar, que aparecen en muchos vinos del pueblo. Un dicho que repito mucho es que la vida es imprevisible y se abre camino donde menos te lo esperas, aplíquese a estas uvas.
Y voy más allá, el último fin de semana de abril se realiza en Horche el Concurso del Vino para votar el mejor vino del año, y además hay una ruta de bodegas donde la propia gente del pueblo gente te enseña sus bodegas y te da a catar sus vinos, entrando en sus casas y bebiendo sus vinos ¿hay algo más acogedor que compartir lo que uno tiene?
Para visitar la Ruta de Bodegas, hay que ir a la oficina de turismo los sábados, domingos y festivos, donde se encontrarán el entusiasmo de Sol por dar a conocer las bodegas, no solo de este pueblo, si no de la zona (pueblos como Horche, Alhóndiga o Fuentelencina). Gracias a ella, al alcalde que nos llevó hasta este maravilloso lugar y a la gente que nos abrió las puertas de sus bodegas sin obligación de hacerlo.
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