Bodega Robles: Insectos y flores mantienen mi viñedo

Esta vez nos acercamos a una bodega ecológica en Montilla, donde están convencidos de que hay formas de cultivo compatibles con la conservación del mundo donde vivimos. Para más señas, en esta bodega trabaja un biólogo, herramienta necesaria para entender mejor los ritmos del viñedo.

Sorprende que dentro de la bodega hay un pequeño viñedo a modo de “laboratorio”, para estudiar pequeñas soluciones que después se trasladarán al resto de la plantación. Lo primero que nos dijo el dueño en pleno enero al pie de este viñedo-laboratorio fue: “mirad el suelo, lleno de flores” y es verdad que sorprenden las flores por las fechas y por dónde crecen.

Pues precisamente estas flores anuales son las que dan materia orgánica a la vid cuando mueren, justo en el momento en que la vid sale de su estado vegetativo y necesita esos nutrientes.

Los insectos polinizan, mantienen a ralla las plagas y no se van del cultivo por algo que, si se piensa, en realidad es de una sencillez exquisita: por la vegetación de las lindes. Sí, las lindes como las que existían antes bordeando todas las parcelas cultivadas. En estas zonas hay árboles donde los insectos tienen comida todo el año, y así se cierra el ciclo.

Y es que parece que solo hay que darse cuenta de que un monocultivo como un viñedo necesita de otros seres vivos que hagan que no sea tan monoespecífico, si conseguimos que esas cosas tan humildes y pequeñas como la hierba (se llama vegetación vivaz) y los insectos estén del lado de nuestro cultivo, lo mejoran hasta hacer que dependa lo mínimo de la mano humana.

Aunque la transición de la viticultura tradicional a ecológica no es fácil, los primeros años la producción baja, la vid está acostumbrada a que luchen por ella contra las plagas y a que la den de comer con fertilizantes, pero hay que tener paciencia. Como un niño pequeño que aprende a montar en bici sin “ruedines”, al principio se cae pero después se vuelve un pequeño Induráin, comienza a ser independiente y es cada vez más audaz.

Lo mismo pasa con el viñedo, que como nos dijo el dueño, “los primeros años me querían desheredar, la producción de la viña bajó bastante”, pero convencido como estaba de que se podía trabajar en ecológico, continuó con su trabajo y en la actualidad el viñedo funciona perfectamente. Y lo mejor de todo es que las uvas conservan sus levaduras, lo que se traduce en un sabor especial de sus vinos.

Como en esta bodega se piensa para que todas las fases sean ecológicas, el envasado y venta también se plantea dentro en este esquema. Nos encontramos con algo interesante: el debate entre botella vs bag-in-box (este último se trata de un envase de aluminio dentro de una caja de cartón).

Ecológicamente es mejor el bag-in-box, menos costes de producción, menos gasto en materias primas y por supuesto menos residuos frente a la botella (la botella son 750 ml y el bag-in-box son al menos 3 l), pero eso lo trataremos en otro momento ya que la cuestión cultural tiene mucho que ver en la elección del envasado.

Se trata de Bodegas Robles en Montilla, donde tienen un vino con uva Verdejo (si, en Montilla, Córdoba) que no tiene nada que envidiar a los de la zona de Rueda y un fino con un sabor que la agricultura ecológica y el buen hacer hacen que sea intenso y especial.

Como conclusión, el amor por tu trabajo y por el mundo en el que vivimos hace que innoves y pienses en como mejorar tu bodega para hacer las cosas mejor. Un trabajo arduo, pero cuando tus resultados y productos además de tener conciencia ambiental superan tus expectativas, sabes que vas por buen camino. Bodegas como esta necesitamos muchas.

Porque nos gustan los vinos con Historia

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