Baco llega a Roma (o capítulo III)

Pues ya llega el vino a Italia de la mano de los griegos (estamos ya en el 200 a.C.) y Dionisio (Dios griego del vino) se convierte en Baco, pero sigue conservando sus poderes embriagadores y afrodisiacos.

Los romanos cogieron el relevo con muchas ganas, y dieron sus primeras pasos en el mundo del vino a partir de pueblos mucho más adelantados que ellos por aquel entonces: etruscos, griegos y cartagineses, el truco era que desde el mediterráneo oriental llegaban esclavos que ya conocían las técnicas de cultivo y vinificación.

Con todos estos elementos dan forma a su propia cultura vitícola e incluso fueron capaces de convertir el vino en un negocio de éxito, y es que los romanos siempre se caracterizaron por ser un pueblo emprendedor como pocos (lo que hoy se llamaría tener sentido del business) y avanzaron en todo (párenme que me emociono):

  • Importaron del sur de Italia y Sicilia nuevas variedades de mayor calidad que las autóctonas y empezaron a cultivar variedades que aún hoy definen la viticultura de la Italia central. 
  • Utilizaron el cultivo en terrazas, para favorecer la retención de agua en las laderas (lo que hoy se llama viticultura heroica).
  • Aunque inicialmente cultivaban en vaso desarrollaron técnicas de cultivo en espaldera, similares a las actuales.

  • Empezaron a experimentar con injertos.
  • Aparecen las primeras grandes empresas vitivinícolas de la historia, con una estructura y objetivos como las modernas.
  • Desarrollaron técnicas muy “ingeniosas» para aromatizar y “mejorar” el vino: mezclarlo con miel durante la fermentación para hacerlo más dulce y alcohólico; echar al mosto extractos de hierbas, resinas, esencias vegetales, mirra, violetas, canela, absenta, rosas o yeso; cocer el vino para obtener líquidos reducidos a la mitad, tercera o cuarta parte para acentuar su sabor, aunque esto se les iba de la mano, porque lo hacían en ollas de plomo que libraban acetato de plomo (bastante venenoso pudiendo llegar a producir la muerte). 
  • También usaban trucos dignos del tabernero más avezado: si los vinos se avinagraban (común) se mezclaba con agua y miel para dárselo a las tropas (posca).

 

De logística también estaban fuertes, el transporte se hacia fundamentalmente por vía marítima usando ánforas de cerámica de unos 20 litros cerradas con tapones de corcho sellados con pez hasta que comenzaron a utilizar cubas de madera: fue Julio Cesar quien en el año 51 a.C. hizo los primeros comentarios sobre el uso de toneles de madera para transportar y conservar vino, siendo una adaptación tecnológica del mundo de la cerveza que provenía del norte de Europa…al Cesar lo que es del Cesar.

Para la exportación se etiquetaba el ánfora indicando el lugar de procedencia del vino, el nombre del productor y el cónsul que lo encargó (esto era como poner la fecha del vino ya que los cónsules se elegían anualmente). Con el tiempo estas ánforas fueron sustituidas por recipientes más ligeros y menos pesados (botte) y para los espumosos (porque había espumosos) se utilizaba un tipo especial de recipiente: la dolia, haciendo el trayecto dentro de agua fría para impedir la fermentación del vino.

Así las cosas, en el Siglo II a.C. había florecido en toda Italia una industria de exportación vinícola tan importante, que los vinos romanos barrieron a los vinos griegos, que habían marcado hasta entonces la pauta en todo el Mediterráneo.

El vino toma de esta manera un papel importante en la expansión cultural, ya que los romanos plantaron viñedos por toda Europa mediterránea, en toda la Galia (España, Italia y Francia), en Germania (valle del Rhin y del Mosa) e incluso en la actual Inglaterra.

 

Pero hablemos de Hispania.

Los romanos desembarcaron por primera vez en Ampurias en el 219 a.C. y modernizaron la viticultura hispánica, empezando a ser los vinos ibéricos muy apreciados en todo el imperio. El más celebre era el Ceretano (vino de Jerez) y tuvieron tanto éxito, que los italianos decidieron embotellarlos en un tipo de ánfora específica.

Pero como casi todo, después del esplendor se llega a la decadencia: Italia sufrió una grave falta de mano de obra agrícola, así que descendió la superficie cultivada. Es lógico, cada vez el Imperio era más grande, con mas territorios que defender y guerras que batallar, y menos esclavos para trabajar, así que Italia se convirtió en un gran importador de vinos de otras regiones del Imperio, cuando hasta hacía poco había dominado el mercado. Pero no hay mal que por bien no venga, Hispania se convirtió entonces en la mayor región productora a nivel mundial.

Nos gustan los vinos con historia

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